Estas líneas pretenden bordear la experiencia política en México. Por un lado se camina sobre el pensamiento, la vivencia, la experimentación de la legitimidad y la democracia que tuvieron algunos intelectuales mexicanos entre 1940 y 2006, de los que dejaron evidencia en revistas como Cuadernos Americanos, Plural, Vuelta y Letras Libres; y por el otro se intenta sacar lecciones de aprendizaje no solo sobre el pasado sino sobre el presente y con la pretensión de abonar al futuro. Porque es en el presente que hay que responder a las preguntas que nos hace nuestra realidad, aun si para ello hay que ver hacia atrás como se hace aquí.
Señala Martin Jay (2009: 21) que una experiencia no puede limitarse a duplicar la realidad previa de quien la sobrelleva y dejarlo, por decir así, en donde estaba antes; es preciso que algo se modifique, que acontezca algo nuevo, para que el término sea significativo. Ya sea una “caída” de la inocencia o la adquisición de un nuevo saber, un enriquecimiento de la vida o una amarga lección acerca de sus locuras…
La experiencia intelectual de la que se dará cuenta nos lleva justo en este camino de anhelos, caídas-pérdidas de inocencia y adquisición de nuevos saberes sobre la legitimidad política y la democracia, tal y como se la construye en una sociedad concreta al transcurso del tiempo, pues la democracia surge de la resolución de problemas en la constitución social, problemas siempre contingentes que no necesariamente se corresponden con un ideal procedimental institucional y que en cambio se rigen por una cierta convención entre los miembros de esa sociedad, haciendo de la política y el cambio una realidad que se debe seguir y rastrear por el lenguaje, los conceptos y los usos que hace de estos tal sociedad…